sábado, 19 de mayo de 2012

Capítulo 7


<<Desaparecer en esas tierras verdes, llenas de esperanza, llenas de vida, llenas de ti. Desde aquí todo parece feliz, el mundo pierde su ridículo temor y sonríe por fin. Solo hay una palabra que define todo esto. Libertad. Como las pequeñas golondrinas en primavera, revoloteando, haciendo piruetas en el aire... Disfrutan de poder volar, como tú hicieste una vez. ¿Te acuerdas? dijiste que te quedarías, pero no lo pudiste evitar, era tu naturaleza ¿verdad? No lo entendía hasta que comprendí, que dejarte volar fue lo mejor que pude haber hecho.>>

Cada día piensa en ella. Era complicado explicarlo. Ha pasado el tiempo, ayer cumplió diecinueve años y fue extraño no celebrarlos a su lado. Mira la carretera, a su izquierda se ve el mar. El sol se está poniendo. Es una escena tan típica de película... Pero en las películas todo acaba bien. "Ojalá estuviera ella aquí" piensa, pero no está.
Piensa en ir a buscarla, en recuperar la vida que tenía, en volver a hablar con su padre. Aún seguirá en "Poseidón", es su vida. No lo eran ni su hijo, ni su mujer. Ni siquiera recuerda a su madre, lo único que sabe es que sus ojos eran igual de grises que los de él. Según su padre, su madre murió cuando él tenía cuatro años. Sabe que no es cierto, sabe que los abandonó, pero eso lo descubrió mucho tiempo después.

" -Eh, ¿nos pasas la pelota? -nada, ni caso.
Justo se le tenía que ir la pelota al lado de esa niña. Su padre siempre dice que es encantadora y que le recuerda a sus padres, aunque ya hace tiempo que no los ve, "El trabajo", dice. Conoce a la niña, nunca va con nadie y pocas veces la ha visto jugar con una niña nueva. No recuerda su nombre, pero debe ser rica ya que nadie estudia en "Poseidón" a menos que tenga dinero una beca, y las becas solo se las dan a los mayores.
En cuanto a la niña que hoy lleva unas ridículas trenzas, parece que ha reaccionado a un grito de su amigo Joel. Se acerca con la pelota sujeta por sus pequeñas manos y se la entrega.
-Gracias -consigue decir- Gloria.
-De nada, Óliver. "

Siete años. Solo tenía siete años y ya era así de imbécil con ella.

" -Se está bien aquí.
-Pero si odias bailar.
-Lo sé.
-Tampoco te gusta el ambiente, ni las personas que vienen, ni los vestidos...
-Lo sé.
-¿Entonces? ¿Vas a decirme ya por qué se está bien aquí?
-Porque estás tu, y te gustan estas cosas.
Y en ese momento  se para la música. La gente deja de existir y solo la ve a ella. Mira sus ojos y los ve brillar. Tiene dieciséis años y está seguro de que nunca ha sentido algo así por otra persona."

Dieciséis años y sin otra preocupación en la cabeza que hacerla feliz.

"-Venga Gloria, nos tenemos que ir -hace un frío terrible, dos de enero y como todos los años, la nieve lo cubre todo. Se le eriza la piel y Gloria lo ve- vamos, sal de la cama. Llegaremos tarde.
-No quiero. Si tanto frío hace fuera, no tiene ningún sentido salir de la cama.
-Pero nos tenemos que ir ya -se acerca a ella, solo lleva los pantalones y porque se los ha puesto ahora. La mira como solo él sabe mirarla y la besa. Dulce, tranquilo, delicioso. Nada comparado con la noche anterior. Y la convence."

Deja de pensar en esos momentos juntos. Es entrada la noche cuando llega a su destino. Una casa vieja, parece abandonada pero sabe que no es así. Se fue para protegerla y ahora nada le hacía más falta que estar con ella.

<<Dicen, que los escritores leen y releen una y otra vez sus escritos. Que siempre les viene la inspiración cuando más ocupados están. Hay veces, que incluso durmiendo, las mejores historias jamás inventadas se les aparecen y tienen que levantarse corriendo para que no se les escapen...>>

Ni siquiera sabe porqué ha accedido. La pone nerviosa y más aún con la tarde que pasaron el otro día. Siempre tiene una respuesta para todo.

-¿Por qué tengo que ir?
-Porque te gusta -le dice Gloria desde la cama- y porque te mueres de ganas de estar con él.
Y no dice nada más, es verdad, le gusta. Desde el primer día que lo vio, desde la primera vez que hablaron en aquel árbol y desde aquella tarde en que fue a buscarla.

"-Tú.
-Yo.
-¿Qué haces aquí?
-Habíamos quedado.
-No, no habíamos quedado.
-Si... Dijiste que ya nos veríamos. Ahora nos estamos viendo, ergo si nos estamos viendo, hemos quedado.
-Lo dijiste tu. 
-No importa quien dijera qué. El caso es que estoy aquí.
-Pero si ni siquiera son las nueve de la mañana. Hasta mi perro está durmiendo.
-Oh si, el huscky siberiano.
-¿Cómo lo sabes?
-Las vi ayer. A tu amiga y al huscky. Es todavía pequeño.
-Si, tiene tres meses... ¡Pero no me cambies de tema! -tenía una habilidad especial para desviar los temas, cambiar cuando le apetecía, pero cuando preguntaba algo, se acordaba por muchas vueltas que diera la conversación y al final de esta, volvía a preguntar.
-No he cambiado yo, has sido tu. Me has preguntado ¿recuerdas?


Desesperación, este chico tiene una respuesta para todo. Aunque claro, si no fuera por él, ahora mismo estaría llorando."


-¿Qué hora es? -ya se ha vestido, peinado y hasta se ha puesto un poco de maquillaje.
-Tranquila, todavía quedan cinco minutos.
-¿Estarás bien sola?
-Dentro de tres meses cumpliré dieciocho, se cuidarme sola Nerea. Estaré bien, y Poppy estará conmigo -no le hacía mucha gracia dejarlas solas, esperaba que Gloria no llorara como otras noches. Al menos Poppy cuidaría de ella.


Suena el timbre, puntual. A las ocho, como acordaron. Poppy corre a la puerta ladrando, Nerea abre la puerta y lo que ve la deja sin aliento. Intenta no mostrar sus nervios, pero no puede. El corazón le late frenéticamente, le tiemblan las piernas y no puede articular palabra.


-Vaya Nerea... estás...
-Preciosa -se escucha decir a Gloria desde la cocina-.
-Si -nota arder sus mejillas y cuando lo mira, ve que él se ha puesto igual o más nervioso que ella- ¿Nos vamos? -le pregunta Pablo.
-Claro -la primera palabra de toda la noche, y aún le quedan muchas más- vámonos.

<<Atrévete a soñar>>