"Primera regla: No ilusionarse.
El amor es para estúpidos descerebrados que no tienen otras cosas que hacer en sus vidas, que pensar todo el día en que si su pareja está pensando en su otra mitad. Las naranjas son para los zumos."
-¿Qué haces?- Su amiga la ha asustado, como muchas otras veces. Gloria se limita a apartar la mano de la hoja que intentaba esconder, pero sabe que a Nerea es imposible ocultarle nada.
Ella lo lee atentamente y enseguida termina.
-Oh venga Gloria, el amor es lo mas bonito que existe- Se miran un momento, los ojos verdes de Nerea contra los pardos de Gloria.
Una sonrisa asoma en el rostro de Nerea y aparece otra en el de Gloria.
En una pequeña gran cabaña, de un frío de diciembre, con mucha nieve alrededor, Gloria ve a través del reflejo de la ventana como su mejor y única amiga, baja las escaleras, feliz, por haber conseguido sacarle una sonrisa sincera. Una de las pocas que le ha visto desde que la conoce.
Se levanta del gran sillón naranja, deja el papel guardado en un cajón y sigue a su amiga. Ya abajo, se siente en una silla de la cocina. Ve que su libro está en la mesa. Roza con la yema de los dedos, su tapa dura y lo deja a un lado.
-Solo serán seis minutos.- Piensa Gloria mirando el "espectáculo".
Primero el tazón azul cielo que tanto le gusta. Después abre a nevera en busca de leche "semidesnatada", a continuación el recipiente de azúcar y el de cacao, saca una cuchara mediana del cajón de los cubiertos, lo mezcla todo y lo pone en el microondas. Espera impaciente un minuto y medio mientras, busca las galletas de chocolate que compró no hace mucho y que se culpa cada vez que se come mas de las que debería. Pero no puede evitarlo, dice, están tan buenas... El minuto y medio pasa y el microondas emite el pitido que Nerea quería escuchar. Saca poco a poco el tazón con cuidado, no quiere quemarse como tantas veces le ha pasado. Esta vez, saca del cajón de los cubiertos una cuchara un poco mas grande, parte las galletas en trozos y los echa en el tazón. Las galletas de chocolate se deshacen en la leche y Nerea se dipone a comer su delicioso desayuno. Todo esto ante la atenta mirada de Gloria.
-¿Quieres?- Le pregunta con la boca llena.
Gloria niega con la cabeza y vuelve su mirada al mismo libro de antes, ese que casi no la ha dejado dormir durante dos días.
-Tu te lo pierdes, esto está riquísimo.- Nerea no dice nada mas y después cada una vuelve a lo suyo, Gloria a ese fantástico libro y Nerea a ese ansioso desayuno que se muere por devorar.
"Da igual que seas pequeño, da igual que camines dando botes porque cuando quieres escapar de todo meces tus alas y echas a volar.
Por eso te envidio. Envidio tu capacidad de dejarlo todo atrás y no sentir nada.
Siempre te he observado, siempre he ansiado volar. Una vez quise ser como tu..."
Subiendo las escaleras ha encontrado una tira de papel, en ella había esto escrito.
Hoy llueve y Nerea mira por el cristal de la ventana como las pequeñas gotas se deslizan suavemente para acabar derramándose en el frío suelo. No para de pensar en esos deliciosos ojos chocolate, en esa exquisita sonrisa, en esa dulce nariz respingona... Tampoco olvida su pelo rubio mojado ni sus imperceptibles pecas.
Suspira. Vuelve a suspirar. Y lo hace otra vez. Apoya la cabeza entre sus brazos y escucha una dulce melodía de piano.
Sabe que es Gloria, hacía tiempo que había dejado de tocar el piano. Esa es su canción. La "Canción de Nerea", así es como se titula. La compuso un día que la encontró llorando en silencio. La compuso para que no llorara mas. La compuso porque su corazón le dijo que lo hiciera.
-¿Porqué la estará tocando ahora? ¿En este preciso momento?- Quizá la ha vuelto a oír llorar en silencio. O simplemente quizá, le está intentando decir lo que le dijo hace nueve años.